29/5/12

De noche

Es tarde, lo dice el reloj. Va a la cama y salta. Dibuja, escribe, o canta. No deja de chillar. Se sueña. No se duerme, el sol aún no ha salido. Piensa, pero no demasiado. Siente, solo con el corazón. Da vueltas. Sonríe. Para.


Tic, tac, tic, tac...


El reloj no frena. Acelera. Vuela mirando hacia la ventana. Se pone triste y termina llorando de alegría. Es su momento. No es ningún momento. Ya se ha pasado. ¿Y ahora qué?


Tic, tac, tic, tac...


¡No deja de hablar! Se sienta. Susurra. Escucha el silencio. Se folla a la oscuridad. El corazón se le acelera. Piensa en sabores de colores azules que no sabe a qué saben. También piensa en corazones amarillos. En ojos marrones. No respira. 


Tic, tac, tic, tac...


Está sentado en la cama. Su cabeza baila un valls. Sus ojos brillan. Lee un libro. Sus pupilas se dilatan. 


Tic, tac, tic, tac...


Humo. Y sus pulmones que explotan. Fuego. Ceniza. Se acaricia las manos. No se encuentra, pero sabe que está ahí.


Tic, tac, tic, tac...


Los párpados le pesan. Hay pájaros en su habitación. Escucha alegres melodías. Tiene escalofríos. La luz le cambia los colores. Las sábanas se le caen encima.


Tic, tac, tic, tac...


Imagina en silencio. Ya no mira. Ya no escucha. Se cansa.


Tic...
Tac...


Se ha ido. Ya no está.


Tic...
Tac...




A la noche volverá.




19/5/12

Soy eterno viajero

En el tren, no encuentro un término medio. O me pareces interesante, o me das lástima. Si me fijo en los ojos de la gente, en sus miradas, enseguida puedo ser consciente de si están vacíos o no. hay tanta gente vacía...

Es facil reconocerlos. Su andar es pausado, y cuando van a sentarse sobre la incómoda butaca, de dejan caer, como haciendo ver al resto de las personas que nos fijamos en ellos como yo, que sostienen una pesada armadura.

Y en el vagón, no hay más que silencio. De fondo se puede escuchar a un grupo de jóvenes que charlan mientras viajan. Y el sonido de fondo de la maquinaria del tren, llega incluso a relajarme, aun siendo frio y metálico, mientras miro a esas personas que, a través del cristal, miran como esperando que se les aparezca algo que les llene un poquito de vida.

Viajar en el tren me resulta triste hoy, pareciéndome vacío el vagón, aunque se encuentre lleno de gente.

Solo encuentro consuelo en cada parada, cuando las puertas se abren y entra el aire, que pega en mi cara, haciéndome recordar que yo sí sigo sintiendo...

Que yo sigo estando lleno de vida.







7/5/12

El agujero de su colchón.


Y es entonces, a altas horas de la madrugada, cuando empieza siempre a creer que un día se convirtió en un nostálgico que disfruta hurgando en la herida, sumido en el silencio de la noche, mientras escucha tristes melodías y refresca la almohada, que seca quedó ya hace algún tiempo, de vida y felicidad, para volverse húmeda en las noches, recordando los pesares que aún le quedan por aguantarle. 

Y los ojos, que no buscan nada en la habitación... y las manos, que calman la ansiedad relatando... y los ojos,¡ay, los ojos!que no pueden ver ya... por ser un rio de amargas soledades que  nada puedan contemplar, mas que a la cruda oscuridad.

Y en esa misma oscuridad del colchón, se para esa canción marchita, con sus últimos acordes de guitarra y una voz ya desgarrada, mientras la luna se funde con el alba para dar paso al día, desapareciendo, igual que su insomnio, que solo encuentra refugio en los primeros rayos de sol.. que dan vida a muchos, que matan a tantos... que anuncian su descanso, hasta volver de nuevo a la noche, para recordar las pesadillas del anterior día.





"¿Lo escuchas?
Es el sonido de algo importante que se desvanece..."



24/4/12

Cuándo.


No consigo recordar cuándo dejó de hablar, para dar paso a una melodía de susurros desacelerados. 

La tormenta no cesaba y los cristales parecían frágiles con el sonido de cada trueno. Yo miraba al techo mientras me hablaba. Pensaba en un cielo lleno de nubes, e inventaba figuras. No escuchaba nada de lo que decía. Solo podía prestar atención al tintineo de las gotas de lluvia resbalando por la fachada que junto al viento, furioso, me hacían recogerme aún más entre las sábanas, sintiéndolas cálidas.

No consigo recordar cuándo dejó de hablar. Tampoco cuándo terminó la tormenta.

La habitación quedó en el más absoluto de los silencios, y sentí el frío de la noche. Ahora solo se escuchaba el tic, tac, del reloj colgado en la pared. No sabría decir que hora era. Abrí una senda desde el colchón, y entre zarzas, atravesé la ventana. Estaba desnudo, magullado, era frágil, como aquel cristal lo fue momentos antes con cada trueno. La noche era maravillosa.

Paré junto a un rio y limpié mis heridas. Fumé tranquilo mientras miraba la noche. Después seguí caminando.




"No consigo recordar cuándo dejé de hablar."