No
consigo recordar cuándo dejó de hablar, para dar paso a una melodía de susurros
desacelerados.
La tormenta no cesaba y los cristales parecían frágiles con el
sonido de cada trueno. Yo miraba al techo mientras me hablaba. Pensaba en un
cielo lleno de nubes, e inventaba figuras. No escuchaba nada de lo que decía.
Solo podía prestar atención al tintineo de las gotas de lluvia resbalando por
la fachada que junto al viento, furioso, me hacían recogerme aún más entre las
sábanas, sintiéndolas cálidas.
No
consigo recordar cuándo dejó de hablar. Tampoco cuándo terminó la tormenta.
La
habitación quedó en el más absoluto de los silencios, y sentí el frío de la
noche. Ahora solo se escuchaba el tic, tac, del reloj colgado en la pared. No
sabría decir que hora era. Abrí una senda desde el colchón, y entre zarzas,
atravesé la ventana. Estaba desnudo, magullado, era frágil, como aquel cristal
lo fue momentos antes con cada trueno. La noche era maravillosa.
Paré
junto a un rio y limpié mis heridas. Fumé tranquilo mientras miraba la noche.
Después seguí caminando.
"No
consigo recordar cuándo dejé de hablar."